La zona de confort es la zona donde nosotros vivimos nuestra vida. Bajo la aparente sensación de bienestar. Allí donde siempre haces lo mismo, en todas las situaciones de nuestra vida.
Es un mecanismo que el cerebro usa para nuestra supervivencia. Cuando haces alguna actividad nueva, si sale bien (continuamos con vida), el cerebro la registra como satisfactoria y a partir de allí, la repite una y otra vez.
Son mecanismos que una vez nos funcionaron y desde entonces como que nos son conocidos, los sentimos más cómodos, porque es una sensación familiar.
Seguro que si ahora os invitan a una fiesta, ya sabes qué vas a hacer. Sabes cómo te vas a comportar, porque siempre te comportas de la misma manera. Eres de los que baila, o de los que habla con la gente, o de los que están en la barra bebiendo. Sea lo que sea, una vez te comportaste así, y tu cerebro dijo; esto me ha servido: por tanto, lo voy a repetir hasta siempre.
Lo que sucede en nuestra zona de confort es que perdemos la alegría de vivir, la aventura y el experimentar.
Salir de nuestra zona de confort al al principio puede ser no-confortable, pero a partir de que lo cruzas, esa zona se amplía y empiezan a ser confortables situaciones que antes no lo eran. Y este hecho hace que vayas preparándote para hacer y vivir cosas distintas en tu vida.
Si queremos un cambio en nuestra vida, deberemos hacer cosas distintas en ella. No pretenderemos siempre hacer lo mismo de la misma manera, y pretender que nuestra vida cambie.