Nuestra vida es tal como es ahora, porque un día imaginamos que era así. Todo lo que existe, es porque se ha imaginado. Desde la silla en que te sientas, o la plantilla de la factura del gas.
Absolutamente todo alguien lo ha imaginado, antes de que se «materializara». La imaginación, pues, es el primer estado de materialización.
Lo que sucede es que con el mecanismo de preservación que tenemos, a la que algo ha funcionado alguna vez en nuestra vida, lo repetimos una y otra vez, hasta la saciedad. Porque, si ya funciona, ¿para qué hacer algo distinto?
El mecanismo de preservación te impulsa a seguir con aquello que ya te está funcionando.
De pronto, en la fiesta, ya sabéis como os comportaréis, qué vais a vestir, si vais a hablar con alguien o si os ireis a media fiesta con una excusa.
El cerebro se estanca con unos pensamientos determinados, con unas vías neurales establecidas. De forma automática vais a repetir siempre una y otra vez: pensamientos, acciones, situaciones.
Siempre tus neuronas se conectan del mismo modo.
Así pues, cuando empiezas a pensar algo, tu cabeza ya sabe cómo va a terminar, porque ese camino está establecido.
Y si siempre repetimos lo mismo, sería muy ingenuo pensar que alguna vez va a suceder algo distinto.
Para empezar a romper esas vías neuronales establecidas, vamos a enseñar a tu cerebro que unas neuronas se pueden comunicar con otras que no tengan nada que ver. Hacer conexiones «inesperadas» para las estructuras a las que estás acostumbrado.
Es así como de repente, al imaginar algo, o pensar en una situación, vais a poder ver otros «resultados» otras posibles resoluciones.
Esto va a des-cristalizar tu mente, tus estructuras y todo aquello preestablecido en tu vida. Cosa que es primordial para el cambio.
Entonces, lo que vamos a conseguir es que las vías neuronales que siempre se encasillaron, se disuelvan, y el flujo de pensamiento vaya a otros sitios.
Y para ello no hace falta hacer un gran cambio drástico. Porque ello no va a cambiar las vías que llevas años reforzando.
Lo que se necesita es el cambio diario. De aquellas cosas que das por supuesto que son de una determinada manera, y se deben cambiar, para sacudir tu mente.
Para conseguir esto, un buen entrenamiento que os sugiero cada día es el siguiente.
Lo que quiero que cambies son tus rutinas.
Y para cambiar tus rutinas y romper estos estados de aletargamiento, vamos a cambiar tu día a día.
Lo que quiero que cambies son todas las pequeñas cosas que haces en tu día a día.
El truco es cambiar. Desde dónde tienes el jabón en la ducha, o dónde pones el cepillo de dientes. Qué zapato te pones primero, o el orden en que te pones las prendas de ropa.
El sitio dónde te sientas a comer, o la posición del sofá. ¿Te duchas dejando la alcachofa colgada? Pues dúchate con ella en la mano. Enjabónate con la otra mano. Cambia la ropa de orden dentro del armario, o come con la otra mano.
Cambia el camino para volver a casa, camina de distinta manera. ¿Vas por la calle con la cabeza agachada? mira al frente. O toca a los perros que te encuentres. Átate el cordón del zapato de otra manera. ¿Nunca pones música en casa? pon. ¿Siempre pones? no pongas y canta tu.
Cambia la mano con la que coges el móvil, o con la que abres la puerta de casa.
Cuando se te termine, compra otro champú. Pero no compres ese que se parece al tuyo que siempre llevas, sino uno completamente distinto, que nunca pensaste usar. Porque si no, continúas aferrándote. Si cambias, hazlo distinto.
Puedes encontrar mucho más cambios.
Lo que quiero es que todo lo que estás haciendo automáticamente y sin pensar, de la misma manera, si puedes, lo cambies. Va a ser fácil.
Al principio puede que te moleste un poco, porque «no estás acostumbrado». Claro, pero precisamente, eso va a hacer que cambien tus vías neurales, tu manera de pensar, de ver y sentir. Vas a tener otros estímulos y esto va a hacer que te comportes distinto.
Te va a dar la flexibilidad neuronal que requieren los cambios. El cerebro va a rejuvenecer. Fijaros la gente mayor, lo que le molesta son los cambios. Porque ya tienen unas rutinas. Al igual son destructivas y no les sirven, pero son «sus rutinas»
Eso es lo que quiero, que os preparéis a vosotros mismos en el cambio que queréis ser. Pero no drásticamente, eso cansa y nos resistimos. Si no, con las cosas del día a día, las que «no son grandes cosas», porque va a ser más fácil luego cambiar aquello que desees.
Felices cambios