Aprendemos a movernos en una realidad dual. Está alrededor nuestro y es lo que vemos más obvio la primera vez que nos acercamos al mundo.
Hay lo masculino y lo femenino. El luz y la oscuridad. Y por consiguiente, lo bueno y lo malo.
Cuando llegamos al «mundo espiritual» lo hacemos atraídos porque algo dentro nos resuena. La luz que hay detrás nos llama y nos da sentido a la vida que habíamos vivido hasta entonces. Es algo más grande que nos guía y nos impulsa. De pronto nos sentimos más felices por comprender lo que sucede a nuestro alrededor.
El cambio de creencias es tan grande que solemos replicar los antiguos patrones de pensamiento en el nuevo mundo que empezamos a descubrir. Si no fuese así, el cambio sería tan fuerte que no lo podríamos gestionar.
Y en el nuevo «mundo espiritual» está lleno de luz y de sombras. Hay la energía buena/luminosa y la energía mala/oscura. Y otra cosa que va implícita en la dualidad es que hay un camino.
Hay el camino del «bien» que hay que seguir.
Dejamos una creencia de una autoridad, para substituirla por otra. Entonces seguramente se cree en el Karma.
Y es por el miedo a que no te sucedan cosas malas, que queremos comportarnos bien. Queremos ayudar a los demás y hacer buenas acciones.
Pero no deja de ser una justicia que dentro de todo te infunde miedo y te castiga. Hemos substituido a una autoridad por otra más global y más justa. Pero continúa siendo un ojo que todo lo ve y nos juzga. Existe entonces un camino implícito que hay que seguir para «no ser castigados». Es como los reyes magos o santa claus, pero en versión espiritual.
En el «mundo espiritual» hay energía mala, que se siente atraída a la buena. Hay una oscuridad que quiere acabar con la luz (¿os suena de algo? ¿lo habéis visto en alguna película quizás?)
Es la eterna lucha entre el bien y el mal. En el que continuamos en una realidad de lucha, en una dualidad más mágica. Vemos a un Arcángel Miguel con su espada luchando por la luz. Buscamos el poder. Ser más fuertes que la oscuridad que nos rodea. Guerras de desgaste y de atención. No podemos descansar ni un momento.
Somos guerreros. Guerreros de la Luz, eso sí.
Ha llegado el momento de cambiar. Saltar a una nueva realidad