El ego ha sido criminalizado y despreciado. Se le ha tratado como algo a erradicar y con el fin de hacerlo desaparecer. Como si de pronto, tuviéramos algo malo que quitar de nosotros, algo con lo que luchar. Un qué que erradicar y una parte oscura nuestra. Y ya no queremos luchar contra nada, y menos contra nosotros mismos. Comprendemos el fin de la dualidad.
Nuestra expansión del Amor Incondicional, lleva inexorablemente a amar nuestro ego.
El ego juega un papel muy importante en nuestro desarrollo y crecimiento. El ego nos ha mantenido con vida y nos ha llevado donde estamos ahora.
Precisamente es en nuestro ego donde podemos ver nuestros comportamientos y nuestras maneras de movernos. No debemos intentar hacerle desaparecer, si no, entenderlo y amarlo. Es la parte de nosotros donde nos podemos descubrir con nuestras heridas y nuestros traumas. Nuestras respuestas automáticas y nuestro dolor.
El hecho de estar atento a nuestro ego y ss reacciones va a hacernos comprender a nosotros mismos como somos, y cual es la carga que llevamos. Es en nuestro ego donde nos reflejamos a nosotros mismos, y sucede en la relación con las demás personas. Nuestro ego, nuestra manera de comportarnos que tiene límites, choca con los límites de otra persona.
Es en ese momento que te puedes plantear por qué tienes tus límites para aceptar esa persona como es. Es allí donde puedes integrar tu dolor y expandirte. No importa quien es la otra persona, ni lo que hace, ni el por qué chocáis. Lo importante es poder integrar esa parte en ti mismo que no aceptas y quiere ser amada, en ti. Nada tiene que ver con la otra persona. Nunca.
En el fondo, cuando podemos llegar a hacer ese ejercicio vemos que esas tensiones con los demás se liberan. Cada uno está en un momento de su vida y nos vamos encontrando para ir pudiendo elegir Quienes Somos Realmente en frente de cada una de las situaciones.
Amo mi ego.
Y lo amo; gracias a él me puedo ver a mi mismo. Soy yo mismo. No es nadie externo a mi.
