Nuestra educación y nuestra cultura conforman en nosotros una serie de valores de qué es bueno y qué es malo.
Esto nos induce muchas veces a no entendernos con otras personas que tienen unos valores distintos a lo que nos han enseñado. De alguna manera hemos creído que los valores de lo bueno y lo malo son universales, como una fuerza inamovible y universal.
Así es como nuestros padres nos enseñaron, porque a ellos también se lo enseñaron así.
La magia de este mundo es la Relatividad. Todo queda en una balanza que no existe tan estricta como nos la enseñaron.
Nos decían «pórtate bien»… y como niño qué es lo que podíamos entender. Entendíamos que portarse bien era hacer lo que decían los padres. Cómo si tuviéramos que hacer lo que ellos siempre nos dicen, porque es la única manera válida de comportarse, de vivir y expresarse. Un límite más en nuestra experiencia.
O «qué niño más malo» escuchábamos si éramos unos niños que corríamos y saltábamos y gritábamos de la felicidad de estar vivos. Como si de pronto, mostrar felicidad y expandirnos fuera algo malo. ¡Qué trauma!
Y no conforme eso, se celebra una fiesta bastante espeluznante llamada «Los reyes» o «Navidad». En el que el niño «compra» sus regalos y juguetes por portarse bien (hacer caso a los padres) durante todo el año.
Y durante todo el año, los niños reciben información que o se portan bien, o no recibirán regalos. Eso quiere decir que serán malos.
Pero en la mente de un niño, ¿qué es ser malo?
¡Cuando somos niños, no tenemos ni idea! Nos imaginamos los monstruos que vemos en los dibujos animados. Seres oscuros y horripilantes. ¿Por qué? porque cuando salen en los dibujos preguntamos «papi, mami, ¿quien es?» y ignorando toda relación con lo demás nos responde «es el malo».
¡En la mente del niño ese espacio temporal entre una conversación y la otra no existe!
De pronto, se hacen conexiones. Si no hago lo que mis pares me dicen me volveré «eso». Y eso sí que causa terror al niño. Nos causa terror, temor.
Podemos ser algo horrible, ¡por hacer algo que no sabemos!
Estamos siendo juzgados que vamos a terminar siendo algo horrible, y no vamos a recibir regalos, si no hacemos exactamente lo que nuestros padres nos dicen. Vivimos atemorizados todo el año por algo que exactamente no sabemos que es, haciendo cosas que no sabemos por qué son «buenas» o «malas», con la posibilidad de ser castigados en el futuro.
¡Qué trauma más bien vestido!
Portarse bien o mal no tiene nada que ver con eso… y es que al igual, no existe.