
Fotografía de Dani Marique
(relacionado con Amores Espejos)
La primera vez que hagas este ejercicio con alguien, puede resultar un poco extraño, puesto que no estamos acostumbrados a reflexionar sobre nosotros.
Hemos aprendido a cuando nos sucede algo, señalar hacia fuera para así no tener que sentir qué está pasando.
Y llega el momento en que para empezar a conocernos a nosotros mismos, empezamos a cambiar el modo de relacionarnos, empezamos a analizar qué sentimos y qué vivimos en las situaciones que nos incomodan.
Qué es lo que realmente me está sucediendo. Y sobretodo: sentir el por qué, sentimos lo que sentimos.
¿Siento tristeza de lo que me está diciendo esta persona, por que me había creado expectativas; y eso me activa mi patrón de que nadie quiere estar conmigo?
Pues, ahora que veo qué patrón es, me puedo reír.
Bailar con él. Ver los distintos personajes que tenemos dentro y ver que no es la primera vez que salen.
Para llegar a este punto, se tiene que ser muy sincero con uno mismo. Qué sentís. Y qué vivís. Cuales son vuestros miedos, vuestras flaquezas y vuestros límites.
Van a haber situaciones que la sola presencia de alguien, ya te va a llevar a uno de tus límites. Porque esa persona te recuerda a alguien, o por su comportamiento, o por qué es muy libre.
O va a molestarte el comportamiento de alguien, por qué es algo que tú deseas hacer, pero siempre te lo has negado. Aún más divertido.
Donde te lleva todo esto es a conocerte a ti mismo exactamente como eres, sin la máscara que a veces nos hemos creado delante de las otras personas.
Y en ese punto ya no es importante la persona que te está mostrando algo de ti. De todas y cada una de las personas con las que te relacionas te pueden mostrar una nueva parte de ti.
Cada vez que llegas a un límite tuyo, es el momento que te puedes tomar más o menos tiempo, pero ya sabes cual es el siguiente muro a derribar. Esos límites, los hemos ido poniendo nosotros. Esos traumas, y esas heridas emocionales que llevamos, nos han ayudado a ser como somos ahora, y ahora que las volvemos a ver, estamos listos para sanarlas, lamernos las heridas y continuar a nuestra liberación.
No tenemos nada de qué huir. Nada de qué luchar contra. Ni siquiera ninguna oscuridad.
Amemos nuestras heridas, y continuemos.
Ninguna herida va a decir más de ti que una peca en la nariz.
Lo que sí que va a decir de ti es Cómo elijes ser. Quien elijes ser.
El punto de partida da igual. Tienes una baraja de cartas con tu repertorio.
¿Cómo elijes jugarla?
Todo está deseando ser amado y nosotros somos la clave de todo ello.
Somos la clave de nosotros; y de nuestro mundo.